IVAN PINHEIRO
Secretario General del Partido Comunista Brasileño (PCB)
El resultado de las recientes elecciones municipales venezolanas –que se transformaron en plebiscitarias, debido a la polarización de la sociedad– constituyó una importante victoria puntual contra el imperialismo. Una batalla ganada, en una guerra aún indefinida.
La importancia de esta victoria es que un resultado contrario sería la señal para la radicalización del proyecto de desestabilización de la economía venezolana y del gobierno Maduro, con una derecha colocando precozmente en la agenda la agitación sobre el referendo revocatorio previsto para 2016.
Respiraran aliviados la llamada revolución bolivariana, los procesos de reformas progresistas en América Latina, sobre todo en Bolivia y en Ecuador, la Revolución Cubana y la posibilidad de una solución política al conflicto colombiano. Una victoria de la oligarquía y del imperialismo en estas elecciones venezolanas empujarían a la derecha, o más bien para la derecha, a los gobiernos del Cono Sur, llevándolos a promover más concesiones al capital.
Pero el impasse en la lucha de clases de Venezuela no se resolverá, en favor del campo popular, ese eterno campeonato de votos, en el país que tiene el récord mundial de elecciones.
La guerra económica y política promovida por la oligarquía venezolana asociada al imperialismo (dentro del modelo que derrotó a Allende en Chile) seguro continuará y no será ganada sólo a través de elecciones. Si fuese así, Venezuela ya sería socialista. En cuanto el capitalismo no sea superado, el proceso no avanza en el camino del socialismo. El destino de la revolución que se estanca es la muerte.
Las medidas de Nicolás Maduro contra la especulación y el desabastecimiento, que el capital viene y seguirá promoviendo, fueron decisivas para esta victoria electoral, al crear en las masas una sensación de que es posible contener y también vencer al capital a través de decretos de "canetadas" (*), como decimos en Brasil.
Urge radicalizar el combate con el capital, porque medidas puntuales y temporales pueden crear la ilusión de que puede seguir siendo regulado, suavizado, perfeccionado. El problema es que las leyes del mercado no fallan y la acumulación de capital siempre encuentra formas de prosperar, aunque sean ilegales.
Es preciso aprovechar la vigencia de un año de la Ley Habilitante –que da poderes al Presidente Maduro para legislar por decreto, frente al riesgo de desestabilización política y económica del país– para hacer frente al dominio del capital sobre la economía y de los medios burgueses sobre las conciencias y, especialmente, para sustituir las instituciones del estado burgués, aún vigentes, por la dualidad del Poder Popular. Esto es viable en Venezuela, porque allí el mayor saldo positivo del desarrollo del proceso es precisamente el cúmulo en la organización de consejos, comunas y brigadas populares, algunas incluso dedicadas a la autodefensa.
Por lo tanto, el factor decisivo para allanar el camino al socialismo, hoy bloqueado por fuertes barreras impuestas por el capital, es el fortalecimiento de la organización y del protagonismo de los trabajadores y del proletariado en general, volcado para la revolución socialista y no sólo para meras reformas y el sostenimiento del gobierno.
Y el socialismo de la que hablamos aquí es la transición al comunismo, no al del "Siglo XXI", un supuesto nuevo modelo, en realidad una tercera vía, como si fuera posible una "mediación" entre el socialismo y el capitalismo. No hay nada más moderno que el legado de Marx, Engels y Lenin, enriquecido por la formulación colectiva de los partidos revolucionarios.
Los sectores populares retribuyeron con votos la ofensiva tardía del gobierno frente al capital, en vísperas de las elecciones (y muy probablemente en función de ellas). Mostraron así que quieren radicalización, no conciliación.
Pero si esta ofensiva no tiene continuidad en radicalidad, las masas tendrán que buscar sus propios medios y caminos, fuera de la institucionalidad venezolana, que sigue siendo burguesa, a pesar de estar mitigada por algunas reformas progresistas.
(*) “Plumazos” [N.T.]
[Traducción de Teodoro Santana]
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