Una de las cuestiones fundamentales de la evolución humana es conocer cuándo emergieron culturas similares a la nuestra, que podamos considerar modernas. Hasta ahora, la mayoría de los arqueólogos creían que esto había ocurrido hace unos 10.000 o como mucho 20.000 años en el sur de África.
Sin embargo, una nueva investigación realizada por un equipo internacional de investigadores cree que el surgimiento de la cultura moderna se produjo mucho antes, hace 44.000 años, en el mismo lugar. Nuestros predecesores allí establecidos ya utilizaban muchos de los artefactos y elementos materiales como armas, adornos o elementos simbólicos que caracterizan el estilo de vida de los bosquimanos o hombres de San, pueblos africanos tradicionalmente cazadores-recolectores.
La investigación realizada por un equipo de científicos de Sudáfrica, Francia, Italia, Noruega, EEUU y Gran Bretaña, aparece en dos artículos publicados en la prestigiosa revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU (PNAS).
Situado en las estribaciones de las montañas de Lebombo en KwaZulu-Natal, Sudáfrica, el yacimiento Border Cave ha conservado material orgánico de una forma excepcional. Los autores del estudio dicen que sus resultados han demostrado sin lugar a dudas que en torno a 44.000 años atrás la gente de ese enclave ya empleaba, por ejemplo, palos para excavar similares a los tradicionalmente utilizan los San.
«Se adornaban con cuentas hechas con cáscaras de huevo de avestruz y conchas marinas, y huesos con muescas con propósitos de notación. Utilizaban punzones de hueso y puntas de flecha envenenadas», dice Lucinda Backwell, de la Universidad de Wits en Sudáfrica.
El análisis químico de los residuos en un palo de madera decorado con incisiones revela que, al igual que hacen los San, los utilizaban para mantener y llevar un veneno que contiene ácido ricinoleico, que se encuentra en las semillas del ricino. Es la primera evidencia jamás descubierta del uso de este veneno.
Los San también fueron los primeros, si no en domesticar a las abejas, al menos sí en utilizar la cera de las colmenas para sus propósitos industriales, según proponen los autores. La cueva de la Frontera contiene restos analizables de una pócima hecha con huevo, cera de abeja y resina de euphorbia, un material francamente pegajoso que los primitivos bosquimanos, posiblemente, utilizaban para adherir las herramientas a su mango. El primer pegamento de la historia, datado en 40.000 años.
El artefacto más reciente, que data de hace 24.000 años, es un aplicador de veneno que aún conserva restos tóxicos derivados de semillas de ricino. Nuestros ancestros no se andaban con tonterías a la hora de cazar.
Los resultados añaden fuerza a otras evidencias genómicas obtenidas el año pasado, y a los análisis lingüísticos que se han ido acumulando en los últimos años. También según estas líneas de investigación, nuestros primeros ancestros eran bosquimanos del sur de África, como los San, y se comunicaban en khoisán, el lenguaje-clic que probablemente fue lengua ancestral de la humanidad, donde las consonantes eran chasquidos como el que aún usamos para indicar fastidio, y como el sonido de un beso.
Los San y otros bosquimanos del sur revelan una variedad genética interna mucho mayor que cualquier otra población humana actual. Y la explicación más simple es que toda la humanidad actual proviene de aquellos primitivos habitantes del sur de África —no de Etiopía, como se pensaba anteriormente—, y que los actuales hablantes de lenguajes clic son los herederos en línea directa de nuestros primeros padres.
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