ALEXANDRA K.
El fake con que La Sexta y el showman Jordi Évole tomaron el pelo a la audiencia el pasado domingo no es una broma inocente ni un simple plagio de Orson Wells. Tras más de dos semanas anunciando el programa, tuvimos que sufrir un bodrio que no informó de nada nuevo sobre el golpe de Estado del 23-F de 1981. De hecho, tampoco informó de nada viejo. La montaña de Salvados se puso de parto y parió un ratón.
Tras la broma, sólo hay un intento desesperado -y muy burdo- de desligitimar cualquier versión del golpe del 23-F que cuestione la versión oficial. En vez de desvelar el papel del rey español en la trama, se puso en solfa el papel de demócratas ya fallecidos que debieron revolverse en sus tumbas ante la ofensa gratuita. Cualquier relato del golpe que no sea el oficial queda ridiculizado como mera conspiranoia. Aquí, nos viene a decir el servidor del capitalista Lara, cualquier invención es tan válida como otra.
Muy jodida debe andar la percepción ciudadana sobre la monarquía borbónica para tener que recurrir a estas tristes maniobras. Pero claro, siempre hay un Évole para servir a Su Majestad y a la Corona. Y políticos y personajes cómplices dispuestos a hacer de palanganeros.
Da vergüenza ajena un final de régimen que se vuelve cada vez más patético. Ejpaña, coño.
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