Cinco mil personas -la cuarta parte de la población- desalojadas a toda carrera y con lo puesto (más de novecientas por mar, ante la imposibildad de atravesar las carreteras en llamas), más de 5.000 hectáreas quemadas, incluida buena parte del Parque de Garajonay, y la incompentencia y la falta de recursos al descubierto tras más de una semana de incendio en la isla de La Gomera.
Sin planes de gestión de bosques y montes en invierno, para evitar la acumulación de pinocha -un poderoso acelerante de los incendios- y establecer cortafuegos, con la agricultura y la ganadería abandonada y con menos medios materiales y humanos por los recortes, la población de las Islas Canarias permanece indefensa ante el fuego.
Un fuego que se está llevando por delante no sólo la riqueza natural de La Gomera, sino también viviendas y, en cualquier momento, vidas humanas.
A la negligencia e incompetencia "autonómicas" hay que añadir la política del gobierno metropilitano español, que se niega radicalmente a dotar al Archipiélago de mayores medios contra el fuego, como la presencia permanente de hidroaviones en las Islas.
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