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Samer Issawi: No voy a retroceder, soy dueño de derechos

SAMER AL ISSAWI 



Carta del prisionero palestino Samer Al-Issawi, en huelga de hambre desde el 1 de agosto de 2012, proveniente del Ministerio de los Prisioneros:

Me dirijo con admiración a las masas de nuestro heroico pueblo palestino, a nuestra dirigencia palestina, a todas las fuerzas, partidos e instituciones nacionales. Los saludo por permanecer en nuestra lucha en defensa de nuestro derecho a la libertad y la dignidad.

Extraigo mi fuerza de mi pueblo, de toda la gente libre del mundo, de los amigos y familiares de los prisioneros que continúan día y noche cantando por la libertad y el fin de la ocupación.

Mi salud se ha deteriorado dramáticamente y estoy suspendido entre la vida y la muerte. Mi débil corazón está colapsando pero aún soy capaz de tener paciencia y continuar la lucha. Mi mensaje es que continuaré hasta el final, hasta la última gota de agua de mi cuerpo, hasta el martirio. El martirio es un honor para mí en esta batalla. Mi martirio es mi bomba restante, en la confrontación con los tiranos y los carceleros, en la cara de la política racista de la ocupación que humilla a nuestro pueblo y utiliza contra nosotros todos los medios de opresión y represión.

Digo a mi pueblo: Soy más fuerte que el ejército de ocupación y sus leyes racistas. Yo, Samer Al-Issawi, hijo de Jerusalén, envío a ustedes mi última voluntad, que en caso de caer mártir, llevarán mi alma como un grito por todos los prisioneros, hombres y mujeres, un grito por la libertad, la emancipación y la salvación de la pesadilla de las prisiones y su dura oscuridad.

Mi batalla no es sólo por la libertad individual. La batalla librada por mí y mis heroicos compañeros, Tareq, Ayman y Jaafar, es la batalla de todos, la batalla del pueblo palestino contra la ocupación y sus prisiones. Nuestro objetivo es ser libres y soberanos en nuestro estado liberado y en nuestra bendita Jerusalén.

Los débiles y esforzados latidos de mi corazón derivan su tenacidad de ustedes, el gran pueblo. Mis ojos, que empezaron a perder la visión, reciben la luz de su solidaridad y su apoyo. Mi débil voz toma su fuerza de su voz que es más fuerte que la del guardián y más alta que los muros.

Soy uno de sus hijos, entre miles de hijos suyos que están prisioneros, todavía languideciendo firmemente en las prisiones, esperando por fin despertar de su pesadilla, sus dolores y el sufrimiento de sus familias.

Los médicos me dijeron que quedé expuesto a un accidente cerebrovascular a causa de mi disritmia cardíaca, la escasez de azúcar y la baja presión. Mi cuerpo está lleno de frío y no puedo dormir por el continuo dolor. Pero a pesar de la extrema fatiga y los crónicos dolores de cabeza, como me muevo en mi silla [de ruedas], estoy tratando de convocar todos mis recursos para continuar el camino hasta el final. No hay vuelta atrás, sólo con mi victoria, porque soy dueño de derechos y mi detención es inválida e ilegal.

No tengo miedo por mi corazón si se detuviera, no tengo miedo por mis manos si se paralizaran. Todavía estoy vivo ahora y mañana y después de la muerte, porque Jerusalén se mueve en mi sangre, en mi devoción y mi fe.

Palestina
16 de febrero del 2013


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