TEODORO SANTANA
La ideología dominante en España (esto es, la ideología de su clase dominante) aún sigue poseída por su visión imperial, por su propia mitología de cómo llevaron graciosamente “la lengua, la civilización, la religión y la cultura” a los desarrapados de medio mundo, fueran amazigh de Canarias, indígenas americanos, “moros” o filipinos. Dentro de sus cabezas, el sol sigue brillando eternamente en sus dominios.
Por eso el imperialista español, el godo, erigido en supremo estandarte de la “madre patria” y los “valores occidentales” del hombre blanco, se sigue considerando superior a esos “atrasados” latinoamericanos, a los que les puede explotar y encima dirigir por el “buen camino”.
Y por eso, un rey español impuesto por el dictador fascista Franco, se consideró con derecho a mandar a callar públicamente a un presidente electo de una nación soberana, con el regocijo y el aplauso de los medios de comunicación imperialistas. Da igual que de aquel imperio colonial español sólo les quede Canarias y las plazas militares de Ceuta y Melilla. Son blancos, son europeos, son superiores.
Esa mentalidad imperialista no decae por el hecho de que España sea un simple apéndice subordinado del imperialismo euro-norteamericano, sumida en una brutal recesión, con un sistema político posfascista en descomposición y devorado por la corrupción. Manteniendo el arquetipo de hidalgo que Quevedo describe en "La vida del buscón llamado Don Pablos", el casposo imperialismo español sigue erre que erre.
De ahí que el ministro godo de Exteriores, José Manuel García Margallo, se atreva a demandar otro recuento de las votaciones en Venezuela antes de reconocer al presidente electo y “aconseje” abrir negociaciones con una oposición lanzada al golpismo y a los atentados terroristas.
O que la goda Secretaria General del partido gobernante, María Dolores de Cospedal, ante la “deriva izquierdista” de Latinoamérica, anuncie un plan para montar un “PP en toda Hispanoamérica”, FAES mediante. Es que a estos indios no se les puede dejar solos.
Lo malo es que muchos españoles, aún pasando miserias, asumen como propia esa ideología imperial de sus explotadores. Y lo patético es que, como demostración patente del síndrome del colonizado, muchos canarios lo hagan también.
Claro que si hasta la izquierda canaria, tan pequeñoburguesa, siempre dispuesta a apoyar los procesos de independencia de cualquier país, pero reacia a mentar la descolonización del suyo propio, asume las posiciones imperialistas del españolismo, como para esperar otra cosa.
Lo paradójico es que, mientras el filo de la historia sigue afilándose, los godos imperialistas ni siquiera se dan cuenta del ridículo que hacen, de lo que repatea su actitud prepotente y chulesca, de lo cerca que andan del abismo. Todos sus medios de comunicación les jalean, y los envuelven en un mundo virtual en el que se creen importantes. Españoles, ni más ni menos, "dónde vamos a comparar".
Allá ellos que son blancos.
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