Plataforma No a la Guerra Imperialista
Tradicionalmente, en EEUU se ha asociado
una política exterior de apaciguamiento con el Partido Demócrata y otra
expansionista con el Partido Republicano dentro, desde luego, de la política
general imperialista que sostiene el país, al menos, desde la Doctrina Monroe "América para los americanos" sino
desde antes.
Un ejemplo clásico de la aplicación de
la política de apaciguamiento de la "Administración demócrata" de EEUU
lo ofrece el mandato de John F. Kennedy. No en vano Kennedy fue un estudioso de
uno de los grandes momentos de las relaciones internacionales en que se aplicó
la política de apaciguamiento: la 2ª Guerra Mundial [1].
Ya decía Churchill (político de derechas
británico que llegaría a ser Primer Ministro en plena 2ª Guerra Mundial) que
aplicar la política de apaciguamiento era como tratar de calmar a un cocodrilo
con pequeños bocaditos antes de que, finalmente, le devorara la uno. Lo cierto
es que el Imperio británico aplicó la política de apaciguamiento con
regularidad antes de la 1ª Guerra Mundial como forma de calmar las revueltas
que se desataban en sus colonias de ultramar [2]. Y esa fue la política que Gran
Bretaña, junto con Francia fundamentalmente, aplicó para calmar al nazismo que
había llegado al gobierno en la República alemana de Weimar y que declaraba su
intención de reinstaurar el Imperio alemán. En el caso nazi, ni que decir tiene
que la “política de apaciguamiento” de los británicos fue un gran fracaso…
Ayudó a la Alemania nazi a expandirse territorialmente, afianzó el poder del
fascismo en Alemania y precipitó a las potencias europeas hacia la 2ª Guerra
Mundial.
Ahora bien, en el caso de la política de
apaciguamiento llevada a cabo por Kennedy no se puede decir que terminara en
fracaso. En realidad, Kennedy maniobró en un complejo escenario nacional e
internacional donde tenía que satisfacer a todas las partes a la vez que
impedir un retroceso en la influencia internacional de EEUU (una forma de cesarismo progresista):
en la famosa crisis de los misiles –provocada
por la instalación de misiles soviéticos en Cuba, como respuesta, a su vez, al
intento de invasión paramilitar de bahía de Cochinos--, Kennedy logró la
retirada de los misiles a la vez que se comprometía a retirar otros enclaves
ofensivos de la OTAN que apuntaban a la URSS. El mundo se libró de una guerra
entre las dos superpotencias de entonces, a la vez que Kennedy se apuntaba un
tanto de cara a la política doméstica; pero las fuerzas reaccionarias de su
país no le perdonarían la distensión (o política de apaciguamiento) hacia la
URSS y un año más tarde le asesinarían.
Con Barack Obama, EEUU no ha retrocedido
en su pretensión de ser una potencia hegemónica en todo el mundo, sin embargo,
se ha replanteado su influencia en todo el mundo: En primer lugar, en América
Latina, donde se pasó de una política de confrontación con Venezuela a otra de
distensión, a continuación se condenó la destitución violenta de Manuel
Zelaya en Honduras. En segundo lugar, en África, donde se mantuvo la
oposición a la creciente influencia de China, incluso en el terreno militar,
pero se prefirió apoyar a fuerzas “colaboradoras” en el trabajo sucio contra
gobiernos populares (yihadistas y la oportuna intervención de los militares
franceses como “bomberos” –que ahora andan recalentando otro conflicto en la República Centro-Africana).
En tercer lugar, en Medio Oriente, organizando una asombrosa triangulación
entre Islam político, yihadistas y Monarquías árabes.
Sin embargo, la afirmación de la
pretensión hegemónica de EEUU en el mundo no ha supuesto la invasión “formal”
de ningún país o un mayor despliegue de los soldados estadounidenses, a diferencia
de lo que pasó con Bush Jr. se ha procedido a la retirada gradual de Irak,
llevándose los soldados a Afganistán, después planteando los plazos para
la retirada gradual de ese país. EEUU ha llegado al mismo punto al
que llegó el Imperio británico a finales del siglo XIX: no puede seguir
creciendo por encima de sus posibilidades geoestratégicas (al igual que le pasa
al capitalismo en el terreno de la economía-política); por esa razón actualizan
la “política de apaciguamiento” de herencia británica [3].
No sé hasta qué punto somos conscientes
de que en septiembre de 2013 estuvimos al borde de una guerra regional en
Oriente Medio de incierto futuro y desarrollo. Sin embargo, una luz logró
abrirse paso en medio de aquellas tinieblas tan poco halagüeñas. Una vez que la
atención de la opinión pública internacional se centró en las
armas químicas en posesión de Siria, el contragolpe magistral de la diplomacia
(afortunadamente) fue condicionar la guerra a que Siria entregara sus armas
químicas, y así fue y, al menos, ese peligro, el de una intervención directa de
EEUU en el conflicto, se logró eludir: Obama, premio Nobel de la Paz,
tenía algo que ofrecer en casa (y a sus aliados armados de la zona), mientras
que en Siria se evitaba un nuevo escenario serbio (por la guerra de
ocupación de la región kosovar). Al despejarse esa última y terrible
incógnita (una guerra en Siria a causa de las armas químicas), se
afianzó el camino hacia la conferencia de Ginebra-2 que los últimos reveses militares de
los aliados de EEUU en la zona no han hecho sino confirmar.
El peligro de una guerra regional en
Oriente Medio tenía dos extremos: uno era la guerra civil en Siria (o, como se
dice en lenguaje de las instituciones internacionales, el “conflicto armado
interno”) y otro era el conflicto israelo-iraní a causa del programa nuclear
iraní. El peligro residía (y sigue residiendo) en que estos dos escenarios
conflictivos se unificaran como consecuencia de una intervención occidental
directa [4] (bien de
Israel, bien de EEUU, o de ambos a la vez) en uno de los dos conflictos. Una
vez que el primer conflicto estar en vías de solución, es necesario que el
segundo encauce una vía resolutiva para poder desterrar completamente el
peligro de una guerra regional en Oriente Medio [5]. Con este fin, se iniciaron en Viena el
pasado... Las conversaciones entre el llamado Grupo 5+1 (es decir, los
principales países de Occidente, más Rusia) e Irán. Estas conversaciones lo
llevaron a un principio de acuerdo el 24 de noviembre pasado por el que Irán se
comprometería a reducir su aprovisionamiento de uranio enriquecido (para su programa nuclear ¡que siempre ha dicho Irán que
era con fines pacíficos!) durante un periodo de seis meses en el que
no habría más sanciones económicas y políticas de Occidente contra Irán [6].
Desde el primer momento, las
conversaciones de Occidente con Irán a propósito de su programa nuclear con
fines pacíficos fueron torpedeadas por Israel, lo curioso es que a esa labor
obstruccionista también se sumó Francia (presente en la mesa negociadora),
por último, tras el acuerdo, ha sido el Congreso de EEUU el que ha amenazado
con no respetar el acuerdo que se alcance con Irán (a lo que Obama ya ha respondido
que “vetará” cualquier medida que el Congreso tome en contra, como aprobar más
sanciones contra el país persa).
Del lado “alternativo”, llama la
atención, aunque ya deberíamos estar curados de espantos, que los “defensores” de las (contra)revoluciones árabes
también se hayan opuesto al acuerdo de Occidente + Rusia con Irán (parece
que siguen apostando a un mundo que arda por los cuatro costados), pero parece
más llamativo todavía que los “abogados” públicos del
ex-presidente iraní Mahmud Ahmadinejad (que abandonó con arreglo a la
Constitución de su país el poder ejecutivo en agosto pasado) se opongan también
al acuerdo… En las peores elucubraciones del sionismo israelí
consideran que “podrían” convivir con Oriente Medio poblado de armas nucleares
(teniendo en cuenta que, como dicen ellos, Israel tiene más).
En ningún caso creemos que deba apoyarse
la política de disuasión nuclear (o militar) basada en una escalada de
armamento mutuo. Eso, desde luego, podrá complacer a quienes viven de la
industria de la guerra, pero en ningún caso a los pueblos que las sufren y que
entregan absurdamente cientos o miles de vidas humanas. La negociación es el
camino necesario para la resolución de todos los conflictos
internacionales, incluidos los de Oriente Medio. Hay que desterrar por completo
de la política internacional el lenguaje del más fuerte o, de lo contrario,
volveremos a la era de las cavernas. El mundo vive una terrible hora a
causa dela crisis mundial del capitalismo, no se lo pongamos más
fácil a este sistema moribundo y démosle un final feliz y merecido en beneficio
de todos los pueblos del planeta.
NOTAS
[1] “John F. Kennedy, un adonis de la
política” (El
Mundo, 13/11/2013)
[2] Daniel Pipes: “¿Apaciguar a Irán?”
[3] A todos los efectos, hay pocas dudas de
que Israel es un país “occidental”, por no decir europeo, desafiando
abiertamente a la geografía, aparte de porque participa en Eurovisión, porque su
concepción es deudora del imperialismo europeo (másexactamente del alemán), y
porque, en definitiva, no es otra cosa que la reinstauración del antiguo reino de
las Cruzadas.
[4] Para el politólogo liberal Fareed Zakaria,
EEUU no está tanto “en las últimas”, como en el comienzo del fin, en un último
grito arrebatador de grandeza que bascula entre la política de conciliación (o
de apaciguamiento) y el entrometimiento de la vieja gloria que todavía quiere
pinchar y cortar en la escena internacional; quizás sea por eso por lo que se
puede definir el discurso de Obama en la ONU con
posterioridad ala crisis del armamento químico en Siria como de
un “hegemonismo calculado”, muy alejado de la fanfarronería neoconservadora o
del tono provocativo del sionismo israelí.
[5] La amenaza de una guerra regional en Oriente Medio no sólo envolvería a Siria, Irán, Israel y EEUU, sino que también se extendería a Líbano y a las Monarquías árabes, parece seguro que la guerra estallaría a raíz de la tensión en torno al frente de resistencia anti-sionista (Sur de Líbano, Siria e Irán). Desterrar la amenaza de la guerra no debe suponer desarmar ese frente sino, muy al contrario, dar una solución definitiva y feliz, muy alejada de la que sueñan los sionistas, al conflicto entre Israel y los países árabes, lo que pasa, inexorablemente, por el reconocimiento de Palestina como agente político internacional con todos los derechos.
[6] "Irán considera que las negociaciones sobre su programa nuclear progresan pero lentamente" (AFP/El Nuevo Herald 21-12-2013)
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