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¿Y por qué califican de terrorista a la Hermandad Musulmana?

RASUL GUDARZI 


Después del triunfo de la revolución del pueblo egipcio y del derrocamiento del régimen de Hosni Mubarak, el grupo de la Hermandad Musulmana -como el principal partido político- encontró la posibilidad de mostrar su poderío en la escena política egipcia. Desde aquel entonces se podía pronosticar que este nuevo poder se enfrentaría a enormes retos causados por los militares que estuvieron por más de 60 años en el poder político y económico del país, algo que junto con errores estratégicos del depuesto presidente, Mohamed Mursi, resultó en su propio derrocamiento y en la consecuente eliminación de la HM de la escena política egipcia, especialmente en la víspera del referéndum sobre la nueva constitución, ya antes cambiada por el gobierno de Mursi.

Los militares con el apoyo recibido desde el exterior realizaron un golpe contra el gobierno de Mursi. Teniendo en cuenta las discrepancias entre saudíes y HM, no es algo extraño decir que Riad desempeñó un rol clave en esta operación. Ahora, el Ejército pretende llevar a cabo el proyecto de la eliminación física y moral de este grupo. Tal como sabemos, los movimientos y planes de la Hermandad Musulmana desde su fundación, es decir 1928, siempre fueron reprimidos por gobiernos anteriores de este país, por lo que, esta vez los militares mediante unas medidas bien calculadas quieren tachar la imagen de HM ante la opinión pública y crear una brecha entre los seguidores de este grupo y sus líderes y así eliminarlo no solo físicamente, sino moralmente.

En este sentido, cuando se registró un atentado terrorista el pasado 24 de diciembre en las proximidades de un edificio de la policía egipcia, en la ciudad de Mansura, a unos 100 km al norte de El Cairo, y dejó decenas de muertos y heridos, el primer ministro egipcio, Hazem Beblawi, calificó de “organización terrorista” a la Hermandad Musulmana mientras nadie había reivindicado la autoría del atentado, e incluso la HM condenó el atentado y pidió el seguimiento a este caso y juzgar a sus autores. Lo interesante es que en este mismo día la Policía egipcia detuvo al ex primer ministro, Hisham Qandil, que funcionaba bajo el mandato de Mursi.

Se puede decir que ese atentado sirvió mucho para el gobierno y ejército para llevar adelante su plan contra la Hermandad Musulmana, responsabilizándole del crimen, aun cuando el grupo Ansar Beit al-Moqadas perteneciente a Al Qaeda, mediante un comunicado reivindicó la autoría del ataque. Sin embargo, hay motivos que pueden demostrar que este grupo no puede llevar a cabo tales actos terroristas. Sabemos muy bien que desde que tuvo lugar el golpe militar contra Mursi, el pasado 3 de julio, los principales así como secundarios líderes de este grupo fueron detenidos y se encuentran encarcelados, y están bajo la estricta supervisión del gobierno, por lo que entonces, ellos no podrían organizar tal acto desde la cárcel. Por otro lado, quienes están en las calles son personas corrientes y seguidores de este grupo que por sí solos no podrían llevar a cabo un acto terrorista de esa dimensión. Además, la Hermandad Musulmana en sus actividades de más de 80 años no recurrió a operaciones terroristas aunque fue disuelta 8 veces por diferentes gobiernos egipcios, excepto el asesinato del tercer presidente egipcio, Anwar el-Sadat, que se realizó a manos del movimiento de la Yihad Islámica, rama radical de la Hermandad Musulmana que tampoco tiene buena acogida entre los miembros de la HM.

Hay que tener en cuenta que si bien la Hermandad Musulmana es considerada como el principal partido político egipcio, no cuenta con el apoyo de todos egipcios ni siquiera con todos los grupos con tendencias islámicas. Algo que se notó en las pasadas elecciones presidenciales egipcias donde la victoria de Mursi se consiguió en una circunstancia en la que casi un 50 por ciento participó en las urnas, y el candidato elegido solo obtuvo un 51,7 por ciento de los votos válidos, lo que significa que el mandatario contaba con el apoyo de casi el 25 por ciento de la población, algo más de 13 millones de personas, cifra que reduce el poder de cualquiera a la hora de gobernar un país. El Ejército consciente de esa baja popularidad pretende eliminar a este grupo de una vez, aunque parece muy difícil. Antes de calificar de terroristas a la HM, el gobierno interino dio los pasos primarios para cumplir con su objetivo, es decir, el arresto de los líderes de la Hermandad Musulmana, el cierre de los periódicos partidarios de la HM y eliminarla del registro de Asociaciones Civiles y Organizaciones No Gubernamentales (ONG), luego de que un tribunal emitiera una orden judicial que prohibía todas las actividades y congelaba los bienes del grupo.

Es de mencionar que si el gobierno de Mursi no pudo cumplir con su periodo de mandato y está experimentando una leve reducción de sus partidarios, se debe a las medidas que adoptó Mursi al llegar al poder y no se puede echar toda la culpa a los obstáculos impuestos por los militares y los elementos del régimen anterior. Mursi concentró todos sus esfuerzos para aumentar el poder de la Hermandad Musulmana y otorgar a los miembros de este grupo diferentes cargos y puestos claves, decisiones que propiciaron la aparición de una inmensa brecha entre él y la población. Además fracasó en sus planes por mejorar la seguridad y la economía del país, lo que allanó el terreno para que el Ejército decidiera derrocar el nuevo gobierno, a través de un golpe de estado blando.

No obstante, hay que saber que el gobierno interino con el apoyo de los militares también secundados por EEUU y algunos gobiernos regionales están decididos a eliminar a la Hermandad Musulmana recurriendo a esa nueva estrategia de debilitar su figura entre sus seguidores, por lo tanto, parece que los líderes de este grupo para reorganizarse y volver a la escena política egipcia tiene un largo y difícil camino por recorrer.


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