Este fin de semana el alcalde Cardona, la concejala de servicios sociales, Rosa Viera, la de participación ciudadana, Carmen Guerra, irán a misa a confesar sus muchos pecados, luego se tomaran la hostia consagrada y de rodillas harán un acto de constricción, rezarán varios avemarías o padrenuestros y se sentirán libres de toda culpa, luego en la misa a base de golpes de pecho expiarán toda la maldad que les marca ese camino de soberbia y prepotencia.

A pocos kilómetros de sus lujosos hogares, Mariola, una trabajadora municipal estará todavía muy triste por haber sido despedida sin motivo de un puesto de trabajo que desarrolló de forma intachable durante 19 años. Cardona, Viera y Guerra no aceptaron este viernes las demandas y ruegos de todos los sindicatos y del principal partido de la oposición para que la readmitieran. Simplemente se cerraron en banda y se pasaron por el forro dichas peticiones en un gesto de maldad sin precedentes en la historia reciente de este ayuntamiento, solo comparable a los actos execrables que hicieron otros miembros de la derecha tras el golpe de estado fascista de 1936.

A esta trabajadora la han dejado sin nada, sin el pan para sus hijos, sin un sueldo para subsistir para ellos meter a los de su partido en este ayuntamiento. Han perdido, si es que la tuvieron alguna vez, la sensibilidad y la más elemental humanidad y les da lo mismo dejar a la gente tirada, sin dinero, sin esperanza, sin ganas de seguir viviendo.

Después de la misa se irán a comer con sus familiares y repartirán sonrisas entre los participantes en la eucaristía. “Somos personas de bien”, pensarán de sí mismos, para medio inflados y la boca todavía con el sabor de la comunión salir eufóricos a seguir cometiendo atrocidades contra la gente más desfavorecida.

La pena es que no exista Dios porque si no los condenaría a experimentar la misma desazón que ahora siente Mariola y los casi 6 millones de personas desempleadas en todo el estado español. La condena a los más oscuros infiernos del dolor y el sufrimiento les vendrá de un pueblo que no olvida, de una masa enfurecida que ya somos legión y que estamos saliendo a las calles para terminar de una vez por todas con tanta crueldad, con las políticas de un partido de la derecha cavernaria que se nutre del sufrimiento y la tristeza de la clase trabajadora, una fuerza política reaccionaria que se enriquece recortando derechos, privatizando servicios públicos, condenando a la muerte a personas mayores, enfermas y dependientes, despidiendo y amargando la vida a trabajadoras honradas.

La cuenta atrás de su derrota ya está en marcha, solo falta dejar que corra el implacable reloj de arena del tiempo más revolucionario.

Recogeremos los frutos en los días rebeldes de un otoño feliz que ya está llegando.

[Fuente: Tamaraceite Alzado]