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¿Ginebra II pondrá fin a la crisis en Siria?

RASUL GUDARZI 


Siria está experimentando una crisis que lleva casi tres años y ha tenido dos efectos a nivel interno y externo; por un lado, el origen de una tragedia humana y de severos daños a la infraestructura del país árabe y, por otro, una gran amenaza para la seguridad no solo regional, sino internacional. Por esta razón, el mundo entero quiere celebrar el día 22 de enero la Conferencia Internacional Ginebra II, para poder poner fin o aliviar una crisis cuyas dimensiones están afectando a otros países, entre ellos Irak y El Líbano.

¿Qué amenaza la seguridad internacional? ¿Por qué está creciendo el número de terroristas? ¿Cómo se pueden extirpar los grupos radicales? ¿Las conferencias internacionales tendrán algún resultado en la solución de este problema?

Según cifras proporcionadas por organismos de derechos humanos, la guerra ha dejado al menos 40 mil civiles muertos en Siria, de los que el 25 % eran niños y mujeres, unos datos que se podrían repetir en cualquier momento, en cualquier parte del mundo, sea en el continente africano, europeo o americano, debido al creciente número de grupos terroristas.

Al igual que lo sucedido durante la ocupación de Afganistán por el Ejército rojo de la Unión Soviética y la creación del grupo terrorista de Al-Qaeda por Estados Unidos, cuando inició la crisis en Siria, gracias al apoyo logístico y financiero de Arabia Saudí, Catar y Turquía se fundaron el autodenominado Ejército Libre Sirio y el Frente Al-Nusra, y gracias a estos fondos, surgieron y se fortalecieron también otros grupos rebeldes. Al inicio de la crisis, los terroristas entraban al país sin ningún tipo de restricción y sus patrocinadores pensaban que la guerra finalizaría muy pronto, conllevando al derrocamiento de Bashar Al-Asad. No obstante, mientras la guerra se prolongaba, surgieron problemas entre los terroristas, lo que motivó la división entre ellos y la creación de nuevas ramas radicales.

La profundización de las discrepancias entre los terroristas dio lugar a la organización del grupo Estado Islámico de Irak y Levante. Asimismo, dada la prolongación de los enfrentamientos entre los rebeldes y su falta de unidad con vistas a la Conferencia Internacional de Ginebra II, Occidente y Al Saud decidieron formar un grupo que contara con una mayor variedad de miembros que los demás, por lo que se fundó en diciembre de 2012 el Frente Islamiya que, actualmente, cuenta con 75 miembros de diferentes países como Irak, Arabia Saudí, Turquía y Chechenia y su objetivo se centra en la eliminación de Bashar Al-Asad.

Desde su fundación, este Frente persigue dos objetivos: primero, manipular a la opinión pública bajo la alegación de luchar contra el terrorismo y Al-Qaeda, para poder así atraer la confianza y el apoyo de la comunidad internacional; segundo, hacer conocer su lema de derrocar a Al-Asad, ya que solo de esta forma puede lograr la representación de la oposición oficial siria y asistir a la conferencia de Ginebra II.

No obstante, el Frente Al-Nusra y el autodenominado Ejército Libre Sirio se opusieron a él y buscan disolverlo; razón por la cual, en fechas recientes previas a la Conferencia, somos testigos de duros enfrentamientos entre los opositores, algo que se ha saldado con la muerte de cientos de terroristas.

¿AL-ASAD O LOS TERRORISTAS?

En Egipto, Libia y Túnez, donde los islamistas radicales estaban alejados del poder, con la revolución la situación empeoró y la inestabilidad se generalizó tanto que no se puede dibujar una perspectiva clara para su situación sociopolítica. Ahora, ¿qué sucedería en Siria si Al-Asad es derrocado?

Por un lado, mantener a Al-Asad en el poder contraviene los esfuerzos de la Casa Blanca al respecto y, por otro, los radicales que se harán con las riendas del país, tras el derrocamiento de Al-Asad, pondrían en peligro la propia seguridad de EEUU, teniendo en cuenta que, recientemente, uno de los grupos vinculados Al-Qaeda, en declaraciones ofrecidas a Vice News, advirtió: “Estados Unidos, tu tiempo llegará, te haremos sangrar hasta la muerte, y si Dios quiere, izaremos una bandera en la Casa Blanca”. Además amenazaron con que la guerra de Siria se extendería hasta el Reino Unido y EEUU.

Los aliados de Washington en la región de Oriente Medio, también, son conscientes de que dado el aumento del poderío de los terroristas, Siria sin Al-Asad sería un paraíso para los rebeldes armados y convertiría a Oriente Medio en un infierno para ellos. Habrá guerras entre las miles de tribus y etnias que radican ahí, enfrentamientos entre chiíes y suníes, alauíes y drusos, cristianos y judíos y, como consecuencia, los gobiernos partidarios de cualquier religión o etnia no se cruzarían de brazos, sino que entrarían en una guerra que, con la presencia de El Líbano, Israel, Turquía, Arabia Saudí, Catar, Irak e Irán, sin duda alguna, no tendría ningún vencedor.

Con esta perspectiva tan negativa, se da la posibilidad de que por la mente de los estadounidenses ronde la idea de ver a un Al-Asad en el poder colaborando en la destrucción de unos arsenales químicos que en manos de los salafistas radicales no habría garantía alguna de que no lancen una nueva guerra en algún punto del mundo.

Es por eso que aquel EEUU que pretendía incluso bombardear a Siria y consideraba a Al-Asad como Hitler y Sadam Husein, ahora agradece a Damasco por su colaboración en el desarme químico.

"El proceso arrancó en un plazo récord y le estamos agradecidos a Rusia por su cooperación, y por supuesto a Siria por su consentimiento", sostuvo Kerry durante una conferencia de prensa con Lavrov, al término de una reunión en la isla indonesia de Bali. A la vez, agregó: "Pienso que es extremadamente significativo que ayer, domingo, una semana después de la adopción de la resolución, se hayan destruido las armas químicas. Pienso que esto honra al régimen de Damasco, con toda franqueza. Se trata de un buen comienzo y nosotros lo acogemos favorablemente”.

Con todo esto, hay que destacar que mientras el mundo no esté consciente de que la mejor forma de resolver la crisis en Siria radica en el cese del apoyo a los terroristas y su eliminación, para luego permitir que el pueblo sirio determine su destino, miles de conferencias internacionales no bastarán para cambiar una situación que seguirá o que incluso podría empeorar.


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