Miles de indígenas peruanos protestan en Lima contra una explotación minera que secaría cuatro lagunas. Ciudadanos de Argentina, Chile, Bolivia y Panamá también luchan contra los planes para explotar la naturaleza por la crisis.
"El agua es un tesoro que vale más que el oro". El eslogan de los más de mil peruanos que llegaron ayer a Lima para exigir al Gobierno el cese del proyecto minero de Conga resuena a centenares y miles de kilómetros de allí. También en Argentina, Chile, Bolivia y Panamá, los habitantes de regiones mineras están plantando cara a la fiebre del oro protagonizada por las grandes multinacionales. Estas piensan justo lo contrario: espoleadas por el precio récord de este metal precioso, que casi ha triplicado su precio desde el inicio de la crisis económica global, las transnacionales mineras parecen dispuestas a todo. La canadiense Barrick Gold admitió el año pasado haber cambiado el curso del río Porterillos, en el lado chileno de los Andes, y previamente intentó sin éxito trasladar tres glaciares de esa misma cordillera para poder extraer más oro. Por su parte, la estadounidense Newmont prevé secar cuatro lagunas, alrededor de las cuales viven unas 100.000 personas, en el mastodóntico proyecto de Conga en Perú, que cuenta con grandes reservas del preciado mineral.
"Ollanta es un traidor, ahora es minero", vociferan los integrantes de la conocida como Gran Marcha del Agua, contra el presidente peruano, Ollanta Humala. Durante la campaña electoral, Humala se puso del lado de los campesinos indígenas: "¿Qué es más importante, el agua o el oro?", preguntaba durante los mítines electorales en Cajamarca el entonces candidato de Gana Perú. "El agua", respondían a gritos todos los asistentes de esta provincia del norte del país. "No vamos a permitir que se siga contaminando Cajamarca. Vamos a reparar a las víctimas de este atentado contra la vida", aseguró Humala.
Tras asumir la jefatura de Estado, su visión ha dado un giro copernicano y ha defendido la importancia de la inversión de Newmont en Perú, cercana a los 3.600 millones de euros. "No creo que la marcha tenga éxito. No creo que haya gente que masivamente apoye la ruina del Perú", señaló Fredy Otárola, portavoz de Gana Perú, en una entrevista televisiva reciente. Otárola acusó a los manifestantes de ser extremistas que quieren hundir el país andino: "Nos quieren sumir en la pobreza de Haití, quitarnos el 70% de los ingresos que el Perú obtiene por la minería".
Los líderes campesinos admiten la dependencia económica peruana del sector, pero piden disminuirla en vez de aumentarla. "Cajamarca recibió a las mineras con los brazos abiertos hace dos décadas por las promesas de puestos de trabajo y prosperidad para la región. Han creado puestos de trabajo, sí, pero eso no es suficiente [...]. Han extraído de aquí oro, cobre, plata y la región sigue siendo pobre", denuncia a Público Lourdes Huanca, portavoz de la Federación nacional de mujeres campesinas. La mina de Yanacocha ha sido durante años la de mayor rentabilidad mundial, pero, ahora que las reservas de oro se están agotando, "a su alrededor queda un paisaje desértico, destruido y contaminado", añade Huanca.
La líder campesina destaca las ingentes cantidades de agua, explosivos y materiales altamente tóxicos, como cianuro y mercurio, que se emplean en las explotaciones a cielo abierto. Uno de los ejemplos más conocidos es el de la mina de Pascua Lama, en la cordillera andina que separa Chile y Argentina. Los trabajos exploratorios han derretido ya hasta el 70% de tres glaciares, según Greenpeace. Cuando entre en funcionamiento, está previsto que por cada gramo de oro que se arranque de las tripas de estas montañas a 5.000 metros de altitud se usen más de un kilo de explosivos, 850 gramos de cianuro de sodio, 380 litros de agua y 43,6 kWh de electricidad, similar al consumo semanal de un hogar argentino medio, denuncia la ONG en el informe Barrick Gold. Minería responsable de destruir glaciares.
(Agencias)
|
|
Tweet |
|
