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Cuba: El otro cambio de mentalidad

AURELIO PEDROSO 


El gobierno y el partido comunista nos están llamando desde hace algún tiempo a algo tan complejo y difícil de explicar –y también de llevar a la práctica– como lo es el denominado cambio de mentalidad. Una mentalidad diferente, actitud no muy opuesta a la convocatoria desde posiciones filosóficas hasta aquellas devenidas del callejeo, del día a día.

En Cuba ya mucha gente está pensando de otras formas y maneras. El catalizador más importante ha sido el fortalecimiento de la propiedad privada, lo que traducido al saber campesino tiene una sola explicación que, aunque descubierta casi a la par de la rueda, en la isla ha cobrado significativa importancia de cara al futuro inmediato: el ojo del amo engorda el caballo.

O dicho con otras palabras: lo mío primero, tal como rezan esos refrescos locales émulos de la Coca Cola o el Seven Up, pero también como aquel slogan nacionalista con el que se estrenaron las nuevas autoridades del turismo a principios de los 60s y que hasta una melodía pegajosa le acompañaba: Conozca a Cuba primero y al extranjero después.

Esta modalidad cobra cada día más fuerza y no es de sospechar que pronto alcancen los 400 000 cubanos. Recientemente fue dado a conocer que los tres primeros renglones eran el transporte, la alimentación y la renta de inmuebles. Tres auténticos dolores de cabeza para el gobierno.

Lo mío, el concepto de propiedad está tomando forma de manera lenta y certera según mi opinión. La población urbana y rural, después de muchos años se está dando cuenta del sentido de pertenencia lo cual lleva consigo un compromiso de disciplina y cuido hacia lo que le reporta, a fin de cuentas, el bienestar de su familia.

Pero también el de la sociedad porque de la mano de “mi negocio, mi cafetería, mi tierra, mi taller, mi empresita, mi peluquería” va el tributo a la alcancía del gobierno que debe mantener salud, educación y seguridad social, entre otros, como en cualquier país de este planeta.
Como en el mundo de los habanos o los vinos: un maridaje, que si bien se hace, se pueden esperar mayores empeños.

Mal que les pese a los idealistas de un socialismo conservador, esto lleva aparejado más eficiencia, más productividad, menos robos y ojalá en un futuro menos corrupción, esa pandemia que no pocos padecen bajo los más disímiles modos de gobernar una nación.

Así marchan las cosas por Cuba. Están como en una vitrina, listas para ser observadas, calculadas y pronosticadas en auténtico privilegio para la profesión de quienes la ejercen con los pies en la tierra y no desde una lejana y fría oficina en cualquier capital europea.

Y la critica, que conste, es parcial porque nunca faltarán los que estén en el pueblo y no vean las casas para que entonces llegue alguien con la mejor intención del mundo y con buena brújula en las manos para enseñarnos los puntos cardinales, el derrotero que tomará tan menuda embarcación con más de doce millones de personas a bordo.
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[Fuente: Progreso Semanal]
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