JUAN DUFFLAR AMEL
En su afán por obtener un resultado favorable, que compense los desaciertos de la política de su Gobierno en el Oriente Medio, el presidente Barack Obama ha relanzado las incumplidas promesas de su primer mandato, consistentes en abrir cauces a “un nuevo comienzo”, al reinicio de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, y en promover la constitución del Estado árabe independiente.
Un primer paso en esa dirección fue su reciente periplo de cuatro días a la convulsa región, iniciado por el mandatario norteamericano en Jerusalén, acompañado de su Secretario de Estado, John Kerry, con el propósito de obtener de Israel, en esta su primer visita como presidente, lo no logrado por sus predecesores en la Casa Blanca: que los dirigentes sionistas flexibilicen sus posiciones para alcanzar un acuerdo de paz en el cruento conflicto, que dura ya 65 años.
En su visita a Tel Aviv, coincidente con la formación del nuevo Gobierno de coalición ultraderechista del primer ministro Benjamín Netanyahu, y en sus posteriores encuentros en Ramala con el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Mahmoud Abbas y en Jordania, con el Rey Abdala II, reiteró su “buena voluntad y el deseo de contar con el apoyo de los gobernantes árabes” para lograr el objetivo de conciliar a las partes beligerantes y concluir con un acuerdo satisfactorio para ambas.
En su diálogo con las autoridades de Israel, Palestina y Jordania, los temas sobre el programa nuclear de Irán, al que Estados Unidos y Tel Aviv consideran una amenaza para su seguridad nacional; la grave crisis interna en Siria, apoyada y financiada por Washington, sus aliados europeos y otros Estados árabes, ocuparon también un importante espacio, con la consabida interpretación que a ellos da la Administración norteamericana al satanizar a Teherán, objeto de amenazas de un eventual ataque israelí y de sanciones económicas y políticas aprobadas por el Consejo de Naciones Unidas, y a Damasco, victima de la subversión y la injerencia extranjera, dirigidas al derrocamiento del Gobierno del presidente Bachar Al-Assad.
A pesar de las “presiones” a su aliado, las intenciones de la Administración Obama en lo referido a Palestina no lograron la adhesión del premier israelí, ahora también Canciller, abroquelado en su terca posición de un reinicio de las conversaciones de paz sin condiciones previas, mientras la ANP demanda el cese de la construcción de los asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados y la liberación de los miles de presos políticos palestinos, sometidos a inhumanos tratamientos en las cárceles sionistas.
La situación de estos cautivos se agravó por la huelga de hambre sostenida desde hace varios meses por sus dirigentes y combatientes de fila, y las protestas por la muerte, debida a la falta de atención médica, del recluso Abu Maysara, enfermo de cáncer.
Aunque Netanyahu ha proclamado que su Gobierno está dispuesto a llegar a un ´“compromiso histórico” y a “una paz real” con los palestinos, la realidad difiere de sus alegaciones, puesto que el nuevo Gabinete israelí esta compuesto por influyentes ministros sionistas defensores de la expansión colonial en los territorios ocupados en Cisjordania y Jerusalén.
Abanderado de estos espurios intereses es el ex ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, la figura más cercana a Netanyahu, y cuyo ultrarreacionario partido, Israel Beitenu, asegura no aprobará en ninguna circunstancias una moratoria en la construcción de los asentamientos.
En tales coyunturas la ex Canciller y actual Ministra de Justicia, Zipi Livni, del partido Hatnua, responsable de las posibles conversaciones de paz con los palestinos, tendrá que transitar un camino lleno de obstáculos para lograr llevar a la mesa de diálogo a las partes en pugna, debido la falta de confianza de los palestinos en los compromisos y acuerdos de su contraparte israelí.
En medio de elucubraciones de hasta dónde Obama podrá convencer a Israel para que acepte las condiciones requeridas para las conversaciones con los líderes de la ANP, la aviación, los cañones de los tanques y los fusiles del ejército sionista continúan masacrando a la población palestina, causando un elevado número de víctimas mortales, incluyendo mujeres y niños, y sembrando el terror y la desolación entre aquellos a quienes solo ofrece una paz con cadenas.
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