SERGIO A. GÓMEZ GALLO
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El número de personas encarceladas en
España se ha disparado durante la última década hasta superar los 77
000, lo que ubica a la nación ibérica entre los países de la Unión
Europea con mayor cantidad de presos respecto a su población. Según el
último informe de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de
Instituciones Penitenciarias (ACAIP), la tasa de hacinamiento medio en
las penitenciarías era de un 173 % en el 2010, lo cual quiere decir que,
en la práctica, las cárceles funcionan casi al doble de su capacidad. A
esto se suma la carencia de personal capacitado para la administración
de centros penales, que se ha agravado producto de los recortes del
empleo público por parte del Gobierno ante la crisis económica.
Los problemas en la gestión de las
autoridades se revierten en una deficiente atención sanitaria de los
reclusos y violaciones de sus derechos fundamentales. Así sucede con los
presos que padecen enfermedades psiquiátricas, casi uno de cuatro de
acuerdo con datos del ACAIP. El vicepresidente de la Sociedad Española
de Psiquiatría Legal, Alfredo Calcedo Barba, aseguró en una entrevista
al periódico El Mundo que las circunstancias en las que se encuentran
los afectados por patologías mentales en las cárceles españolas son
lamentables.
El país cuenta únicamente con dos
hospitales psiquiátricos penitenciarios (en Alicante y Sevilla), que
siguen “un modelo de hace 40 o 50 años y se encuentran absolutamente
desbordados”, aseguró Calcedo.
Por su parte, el Centro de Documentación
contra la Tortura (CDDT) reportó durante el 2011 el fallecimiento de
más de 40 personas encarceladas. Uno de los casos más notorios fue el
del marroquí Tohuami Hamdaoui, condenado a 14 años de prisión por un
cargo de violación, quien murió luego de cinco meses en huelga de hambre
para exigir la revisión de su sentencia.
Resulta alarmante que cerca del 80 % de
los decesos reportados por la CDDT en estos centros, supuestamente
inexpugnables, se deba a sobredosis. El sitio digital Arborea expone en
un artículo: La indignante situación de las cárceles en España es tal
que “el 60% de los presos son drogodependientes, y son los propios
carceleros quienes introducen los estupefacientes allí. De hecho en la
cárcel es mucho más fácil conseguirlos que fuera”.
Mucho más difícil resulta llevar
constancia de las vejaciones diarias que sufren los ocupantes de las más
de 80 cárceles del país. El boletín TOKATA, editado de forma
colaborativa entre los propios reclusos, recoge la historia de Rafael
Hidalgo, quien denunció ante el Juzgado de Instrucción Número 3 de
Córdoba que sufre palizas dos o tres veces al día y que los funcionarios
de la prisión lo despiertan cada hora.
La publicación menciona también el
escándalo de la prisión Madrid I (Meco), donde están recluidas más de
650 mujeres. El Ministerio del Interior destituyó en el 2010 a toda la
cúpula directiva, cuando se conoció que algunos carcelarios abusaron de
su poder para mantener relaciones sexuales con las reclusas.
Asimismo, TOKATA hizo pública la
historia de Carlos Emilio Prado Rodríguez, preso en el Centro
Penitenciario Madrid IV, quien luego de someterse a una operación en el
menisco de la rodilla izquierda, fue obligado a caminar con muletas y no
recibió la rehabilitación correspondiente.
La crítica situación del sistema
penitenciario de España es aún más difícil para los extranjeros, casi el
35 % del total de reclusos. Los datos oficiales del sindicato de
prisiones evidencian que el “sueño español” de muchos latinoamericanos y
africanos ha terminado en una celda. Seis de cada diez personas
encarceladas entre el año 2000 y el 2010 fueron inmigrantes.
A ellos se suman otros miles de personas
retenidas en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE),
instalaciones reservadas para los inmigrantes indocumentados que
funcionan en un limbo legal.
La muerte del joven de 21 años Idrissa
Diallo, el pasado 6 de enero, en el CIE de Barcelona, destapó un
escándalo nacional que llegó a las altas esferas políticas. Un informe
del partido Izquierda Unida filtrado a la prensa reconoció que en
algunos CIE se retienen hasta 280 personas en celdas para entre seis y
ocho detenidos, las cuales carecen en muchos casos de aseos sanitarios, y
allí pueden permanecer hasta un máximo de dos meses.
Quizás lo más grave de esta historia es
cómo las cárceles se han convertido en un negocio lucrativo para algunas
empresas. El Estado ha destinado cerca de 3 000 millones del dinero de
los contribuyentes para el sistema penitenciario. Según explica César
Manzano, de la asociación de apoyo a las personas presas Salhaketa, la
mayor parte del dinero ha ido a parar a la edificación de megacárceles,
es decir, a empresas privadas que lucran con su construcción.
Además, España podría incluirse pronto
en la lista de países que cuentan con prisiones privadas, si prospera un
acuerdo con la empresa Ferrovial. Los críticos de esta política
consideran que el interés privado por sacar beneficios de las cárceles
compromete su seguridad.
Resulta muy difícil creer que la “mano
invisible del mercado” que ha llevado al país a una de las mayores
crisis de su historia, será la solución de los problemas ocultos tras
las rejas españolas.
Organizaciones civiles y de derechos
humanos denuncian las deplorables condiciones del sistema penitenciario y
exigen soluciones para esta otra España, que no es reflejada en los
medios de comunicación.
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