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PCV: la experiencia venezolana en la lucha por el Socialismo

Contribución del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en el Seminario Internacional «La crisis del capitalismo: la ofensiva imperialista y la lucha por el socialismo», en el panel «América Latina: posibilidades y límites de avances sociales», en el marco del 90º Aniversario del Partido Comunista Brasileiro (PCB). 23 y 24 de marzo de 2012. Río de Janeiro, Brasil.

Camaradas,

Permítannos, antes que nada, expresar al Comité Central y a la militancia del PCB, nuestro saludo internacionalista por la celebración del 90º Aniversario de su fundación. “La conmemoración de este fundamental acontecimiento para la historia del Brasil y de Latinoamérica, nos llena de satisfacción porque se realiza en momentos en los que las nuevas generaciones de comunistas asumen con compromiso las tareas del fortalecimiento revolucionario de la vanguardia de la clase obrera, frente a las amenazas del imperialismo y por la construcción del Socialismo”, como le expresara el Comité Central del Partido Comunista de Venezuela en su saludo oficial a ésta, su organización hermana.

Para las y los comunistas venezolanos tiene relevante significación participar en este Seminario Internacional; invitación que agradecemos.

Estos escenarios de intercambio, de contactos, de conocimiento de las posiciones políticas y puntos de vista de los Partidos Comunistas y Obreros –en los cuales también participan diversas personalidades–, son un síntoma inequívoco del proceso de recuperación y reimpulso del movimiento antimperialista mundial, y, dentro de él, el movimiento comunista internacional.

Son cada vez más frecuentes y productivos los encuentros entre nuestros partidos hermanos y los movimientos de liberación nacional, con respeto y reconocimiento de las distintas formas de lucha que corresponden a las realidades concretas de cada pueblo

Las nuevas tecnologías –que indudablemente debemos utilizar en el complejo combate ideológico–, son herramientas que no sustituyen al contacto personal, directo, humano y cálido. No sólo nos referimos a estos Seminarios, sino también a la lucha de masas, que debe ser con las masas, en los espacios naturales de éstas.

Las históricas transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales que vive el mundo, están determinadas por dos grandes contradicciones:

La principal, entre los pueblos y el imperialismo, que plantea la lucha por la liberación nacional y el desarrollo independiente y soberano de nuestros pueblos; y,

La fundamental entre trabajo y capital, que signa con mayor fuerza la época de transición del sistema capitalista al socialista.

Como bien definió Lenin, “El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en la cual ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido una importancia de primer orden la exportación de capital, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de todo el territorio del mismo entre los países capitalistas más importantes”.

En un mundo dominado por el imperialismo y sus corporaciones transnacionales, la lucha por la liberación nacional no puede concebirse al margen de un proceso de resistencia y acumulación de fuerzas de carácter continental y mundial. De allí la importancia de una política internacional que impulsa la formación de nuevas alianzas y escenarios que fortalecen la multipolaridad a nivel continental y global, especialmente si su contenido es de ruptura de la dependencia y de la subordinación frente a los dictados del imperialismo.

En el mundo de hoy, hay tendencias claras que ponen de manifiesto las contradicciones de las que hablamos, entre las que destacan el predominio de la especulación financiera, lo cual determina las nuevas formas de las crisis económicas globales del sistema capitalista en su fase imperialista y los mecanismos utilizados para superarlas, que en general recurren a manipular las variables macroeconómicas sin importar sus efectos reales en las y los trabajadores, pueblos y naciones.

Otra tendencia dominante es hacia la modernización y desarrollo de la industria militar, unido a una intensificación del despliegue militar de las fuerzas imperialistas, con miras a asegurar su control sobre áreas, recursos y mercados de interés estratégico.

Estos elementos, a su vez, propician un clima de grandes amenazas a la paz mundial.

Por lo que cobra fuerza y significación la tendencia creciente de la agudización de la lucha de clases y en general el incremento de la reactivación de los movimientos populares de resistencia al imperialismo en todo el mundo.

La actual crisis del sistema capitalista, por profunda que sea, no significa el derrumbe por sí solo del capitalismo. Pero sí es una coyuntura que presenta condiciones favorables para un ascenso en las luchas de la clase obrera y los pueblos del mundo hacia la derrota y superación de este sistema explotador. Este momento es por tanto crucial para un avance cualitativo en la organización, unidad y capacidad de movilización del movimiento obrero y popular en todo el mundo. Los Partidos Comunistas, así como todas las fuerzas revolucionarias anticapitalistas, antimperialistas y de liberación nacional y social, tenemos el desafío de convertir la presente crisis en un momento de auge revolucionario, para el definitivo quiebre de la hegemonía del capital en el mundo.

Esta crisis sistémica del capitalismo, coincide con el desarrollo de procesos progresistas y revolucionarios, fundamentalmente de carácter antiimperialistas y antioligárquicos, particularmente en América Latina, cuyas múltiples contradicciones intrínsecas generan expectativas en diversas direcciones.

En nuestra región, uno de los rasgos comunes en tales procesos políticos, además de su carácter cuestionador de la dominación imperialista estadounidense, la reivindicación de la soberanía nacional y una mejor distribución de la riqueza, atributos que de por sí los hacen merecedores del respaldo de las fuerzas consecuentemente revolucionarias, es que su vanguardia social ha sido asumida por sectores radicalizados de la pequeña burguesía y de capas medias profesionales.

Nuestro continente sigue estando en la mira de la estrategia de dominación global del imperialismo, particularmente del estadounidense. Así lo demuestra su renovada y fortalecida presencia militar en algunos países de la región, como el caso de Colombia, sumida en su largo conflicto interno que se agudiza debido a esa presencia militar extranjera. Las acciones abiertas y encubiertas del imperialismo y sus aliados locales han contribuido a agravar las crecientes dificultades que enfrentan los procesos progresistas en Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, a la vez que hay nuevos desarrollos de las luchas populares y las fuerzas progresistas en estos y otros países.

El establecimiento y consolidación de diversos bloques de integración –en los que Venezuela viene jugando un papel protagónico–, como expresión de una progresiva articulación entre estos y otros países, los consideramos positivos, que deben respaldarse y debe participarse en los espacios que se abren para incrementar fundamentalmente la articulación y coordinación de nuestros Partidos y las demás organizaciones progresistas y revolucionarias de la región. Pero, teniendo claro que la orientación de todo bloque de integración –llámese UNASUR, ALBA, CELAC, etc.–, estará determinado por el carácter de clase de sus integrantes y la correlación internacional de fuerzas.

En el marco de estas circunstancias históricas, surgen diversas viejas “teorías” y concepciones, presentadas con apariencia de originales y autóctonas, pero que en definitiva envuelven la negación de la lucha de clases y del papel revolucionario de la clase obrera, de la desestimación de la teoría científica del proletariado y de la necesidad de su instrumento orgánico, el partido político fundamentado en los principios del marxismo-leninismo.

Hay sectores interesados, que difunden conceptos introducidos por teóricos socialreformistas, “posmodernistas” y revisores del marxismo, elevando a la categoría de sujetos históricos de la revolución a “las multitudes”, a “las comunidades” territoriales, y “al Pueblo” –desprovisto de un sentido de clase–. Estas categorías son genéricas y abstractas, no históricamente concretas, y carecen por lo tanto de contenido clasista específico. Hablar de “las multitudes”, por ejemplo, es pretender encubrir la lucha de clases, que ocurre no entre los muchos y los pocos, sino entre los explotados y los explotadores, independientemente de sus respectivas fuerzas numéricas. Además, al enfatizar de manera superlativa el papel protagónico de las comunidades territoriales, se sabotea el desarrollo organizativo y sociopolítico que necesitan alcanzar la clase obrera y demás trabajadores y trabajadoras, desde sus centros de trabajo y por ramas de actividad laboral, en la dinámica de la lucha de clases, por la supresión de las relaciones capitalistas de producción.

En tal contexto, ha surgido el planteamiento del llamado “Socialismo del siglo XXI”, con mayor fuerza levantado por el principal liderazgo político en Venezuela, asumido también por algunos gobiernos progresistas y por corrientes oportunistas en otros países de América Latina y el Caribe.

En nuestro criterio, es la negación del materialismo dialéctico y la descalificación de la actuación de las leyes del desarrollo social, tratando de darle sustento teórico al voluntarismo y al subjetivismo, en desmedro de la concepción materialista de la historia.

En esa explosión de diversionismo ideológico, se abre paso con facilidad el anticomunismo en el discurso y en la práctica política, haciendo concesiones a la ideología burguesa y al chantaje anticomunista de la guerra sicológica del imperialismo, debilitando la fuerza política y moral de la actual fase del proceso revolucionario venezolano frente a los planes de la contrarrevolución.

Tal situación tiene su explicación, en buena medida, en la aun insuficiente fuerza cuantitativa y cualitativa de la clase obrera venezolana, que le ha impedido hasta ahora jugar un papel determinante o relevante en el curso del proceso de cambios que transita Venezuela. Esto, aunque hay manifestaciones crecientes e indudables de una cada vez mayor conciencia política de la clase obrera y del pueblo trabajador, lo que favorece el desarrollo de una línea política para la defensa, consolidación y profundización revolucionaria del proceso. Unas de estas manifestaciones positivas, son las acciones de masas por lograr una nueva y revolucionaria Ley Orgánica del Trabajo y la lucha por avanzar en el establecimiento de un nuevo modelo de gestión de las empresas, particularmente las de propiedad estatal, bajo el principio de control obrero, con la constitución de los Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras.

Tomando en cuenta, claro está, la experiencia acumulada por el movimiento obrero y comunista internacional a lo largo de los últimos dos siglos, como los consejos obreros del reformismo europeo.

Es decir, intentar tener claro los peligros y las posibilidades.

Venezuela, tiene una economía petrolera rentista, donde prácticamente toda la dinámica económica y social gira alrededor de los recursos que genera la exportación de crudo, actividad bajo monopolio estatal, por lo que está en desarrollo una confrontación interburguesa, donde las diversas fracciones de la burguesía intentan tomar control directa o indirectamente del aparato gubernamental y la administración de la renta petrolera.

En el modelo de capitalismo dependiente, rentista e improductivo que sigue predominando en nuestro país –como durante la mayor parte del siglo XX–, no hemos logrado avances en la diversificación de la economía, lo que nos obliga a seguir siendo un país monoproductor, multiimportador y con una alta dependencia tecnológica.

Para el Partido Comunista de Venezuela, una revolución de liberación nacional implica un proceso de ruptura de la dominación de los grandes poderes imperialistas sobre los países coloniales, semi-coloniales y dependientes en general; esta ruptura conlleva, entre otras conquistas, el rescate y fortalecimiento de la soberanía nacional, el establecimiento de un Estado nacional eficiente de carácter democrático-popular revolucionario, el desarrollo económico independiente, la industrialización con progresivo desarrollo científico-tecnológico, autónomo y productividad creciente, el logro de la soberanía agroalimentaria, y el establecimiento de las bases para el desarrollo pleno de la identidad nacional.

Algunos de los actores fundamentales del gobierno nacional, con el Presidente Chávez a la cabeza, han emitido fuertes y reiteradas señales de que están honestamente convencidos de estar construyendo el Socialismo.

Para nosotros, comunistas venezolanos, el Socialismo significa:

Transformación profunda del sistema económico, para implantar la propiedad social de los medios fundamentales de producción –con el protagonismo de la clase obrera organizada–, con base en una planificación central participativa. Este es uno de los rasgos distintivos del modo de producción socialista y una de sus características que lo hacen objetivamente superior al capitalismo, ordenando y planificando la economía teniendo en cuenta el conjunto social, administrando y reorganizando las fuerzas productivas racionalmente y con visión de futuro, según lo demanden la satisfacción de las necesidades del colectivo y la sustentabilidad social y ambiental.

Y, en lo político, el Socialismo implica la creación y desarrollo progresivo de formas colectivas de poder y dirección, aboliendo la institucionalidad burguesa, desmantelando los fundamentos del Estado burgués.

Hoy, en Venezuela, hay graves dificultades emanadas del hecho de que entre los actores y figuras gubernamentales que parecen sinceramente interesadas en avanzar hacia el Socialismo, predomina una heterogénea mezcla de concepciones idealistas y pequeño-burguesas acerca de la nueva sociedad y las vías para avanzar hacia su construcción. Al no haber en los altos niveles de conducción política una concepción científica del Socialismo, coherente y sólidamente fundamentada en los principios del materialismo histórico, el proceso de cambios carece de claridad en las definiciones claves para apalancar su avance en la dirección correcta. Y desde luego, la confusión reinante al respecto sirve magníficamente a los intereses de quienes, dentro y fuera del gobierno, no desean la construcción del socialismo, aunque lo digan reiteradamente y siempre utilicen camisas rojas.

En retrospectiva, desde 1999, nuestro pueblo protagoniza una nueva fase de su larga lucha revolucionaria antiimperialista, en el contexto de las nuevas condiciones de la transición histórica mundial del capitalismo al Socialismo.

Esta fase del proceso revolucionario venezolano, desde la óptica del Partido Comunista de Venezuela, está caracterizada por la existencia de un gobierno democrático, progresista, de orientación patriótica, antioligárquica y antimonopólica, inscrito en un proceso de liberación nacional que se desarrolla pese a grandes dificultades, que promueve una distribución más equitativa de la riqueza, y que avanza en la ruptura de la dominación imperialista que todavía atenaza a nuestro país.

Y está caracterizada, también, por condiciones propicias para abrir cauces a la perspectiva socialista.

Se aproxima entonces la “Revolución Bolivariana” a una encrucijada y disyuntiva histórica: o consolida un proceso de reformas meramente progresistas que preserve los cimientos del sistema capitalista o avanza hacia una transición de desmontaje del aparato estatal burgués y sustitución del actual carácter dominante de las relaciones capitalistas de producción.

El desenlace de esta disyuntiva estará determinado por la correlación de fuerzas de clases que opere en su interior; y será a favor de la perspectiva socialista en dependencia de que construyamos una nueva correlación de fuerzas, liderada por la clase obrera, a favor de los intereses de ésta y de todo el pueblo trabajador.

Para nosotros, por las características concretas de nuestro país, se precisa consolidar el proceso de liberación nacional en Venezuela simultáneamente a la creación de condiciones para avanzar hacia el objetivo estratégico de la construcción del Socialismo, es decir, que este proceso tiene su razón de ser histórica en cuanto aporta las bases materiales y espirituales para avanzar en la transformación revolucionaria de la sociedad.

La contradicción principal de Venezuela, para poder avanzar en el camino de su liberación definitiva, sigue siendo hoy la que expresa el enfrentamiento de los intereses de nuestra Nación con los del imperialismo, especialmente el estadounidense.

Es una necesidad histórica construir un instrumento político amplio y unitario de las fuerzas revolucionarias y los sectores patrióticos organizados; un espacio cualitativamente nuevo, como instancia político-organizativa unitaria y con dirección colectiva; dotado de una propuesta programática con claridad en cuanto a sus objetivos de corto, mediano y largo plazo; permanente y no coyuntural; con visión estratégica y no restringida al ámbito electoral; que estimule y promueva crítica y autocríticamente la discusión política e ideológica de fondo, para la elaboración y aplicación de políticas de Estado y de la gestión de gobierno; y, especialmente, se caracterice por una dinámica interna que exprese la unidad en la diversidad y favorezca la participación democrática de todas las corrientes, organizaciones, tendencias y factores políticos y sociales componentes de la alianza antiimperialista.

Las y los comunistas venezolanos concebimos este imprescindible espacio –más allá del nombre que adopte–, como un Frente Amplio Nacional Patriótico.

Pero, al mismo tiempo que promovemos la formación de este Frente Amplio, las fuerzas dentro de esa alianza que estamos histórica y objetivamente más consecuentemente comprometidas con la perspectiva socialista tenemos la tarea simultánea de ir construyendo un Bloque Popular Revolucionario, necesariamente circunscrito a quienes nos proponemos resolver la contradicción fundamental de la sociedad –entre el carácter cada vez más social de la producción y la apropiación privada del capital, mediante la completa derrota y abolición del sistema de explotación capitalista–.

Pero este proceso de conformación del Bloque Popular Revolucionario debe hacerse sin promover rupturas en el Frente Amplio, sino como parte dialéctica de éste. Esto requiere habilidad política, claridad conceptual y constancia por parte de las y los revolucionarios –y especialmente del PCV–, pues se trata de atender dos líneas de acción que deben avanzar simultáneamente en dos planos organizativos diferentes, uno más táctico y otro más estratégico.

Camaradas,

Este escenario descrito no debe, en ningún momento y de ninguna manera, desmotivar, desmovilizar o desmoralizar la solidaridad militante con el proceso revolucionario venezolano; especialmente en este año en el que tenemos elecciones presidenciales y las acciones agresivas y de desestabilización por parte del imperialismo se incrementarán.

Nuestro Partido ha expresado que “el legítimo liderazgo y la enorme credibilidad del presidente Chávez –siendo el principal factor de unidad patriótica–, es y debe seguir siendo de gran importancia para la construcción de la dirección colectiva del proceso revolucionario, una dirección colectiva con la suficiente autoridad moral ante las masas para impulsar los correctivos actuales necesarios, ayudar a garantizar la continuidad y profundización de la revolución venezolana y abrirle cauce a su perspectiva socialista.”

Por lo que nuestro 14º Congreso, en agosto del año pasado resolvió, que “es una necesidad política la reelección del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías en la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, para dar continuidad a su accionar político en función de profundizar el carácter democrático, participativo y progresista que se desarrolla en la sociedad venezolana”.

Debemos tener claro que la actual fase del proceso revolucionario en Venezuela, más allá de sus límites, problemas y dificultades, ha constituido y constituye un escenario que abre oportunidades y posibilidades para avanzar.

Es nuestra obligación aprovechar esta fase al máximo para acumular fuerzas a favor del movimiento popular y revolucionario –nacional e internacionalmente–, luchando para que éste se desarrolle, ayudando a crear las condiciones propicias para el anhelo vigente, necesario y urgente de construir la nueva sociedad: el Socialismo, en rumbo al Comunismo.

Gracias camaradas.


Presentada por Carlos Aquino, Miembro del Buró Político del Comité Central y Director de Tribuna Popular, órgano del Comité Central del PCV.

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