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Relatos obreros: La primera lección

ZARZUELO CABAÑAS


Una treintena de jóvenes empresarios se encontraban sentados en la clase perfectamente alienados, apuntando en sus tecnológicas tabletas la lección dada por el gran viejo de la patronal, que a medida que hablaba apuntaba con una tiza palabras claves en una vetusta pizarra.

“La primera lección a darles es una de las más importantes, es posiblemente la única que nunca se les ha de olvidar, más necesaria que todas esas enseñanzas sobre productividad o flexibilidad y demás palabrejas actualizadas. Seguro estoy que tienen los mejores conocimientos, ello queda reflejado en sus insuperables notas académicas, pero posiblemente, en ninguno de aquellos másteres realizados hasta ahora, os han enseñado la Primera Lección a aprender y no olvidar jamás.

En todas y cada una de las empresas que lleven a cabo se van a encontrar con un Asalariado Típico, al que es totalmente necesario identificar desde el primer momento, para impedir que nos lleve al Engaño. Sus características son siempre las mismas: Honestidad, Firmeza, Eficacia, etc. Es decir, es un trabajador aparentemente perfecto en su labor; se lleva bien con sus compañeros, se comporta de manera educada con el jefe y lleva a cabo su función de manera ejemplar. 

He ahí el concepto, Ejemplar. Sin hablar mucho con sus compañeros ni con sus jefes, ambos le consideran un ejemplo, consigue, aparentemente, sin esfuerzo que sus compañeros le tengan en gran estima. Por ello es vital el reconocerlo antes de que haya conseguido esta consideración. 

He de volver a repetir que siempre es un empleado que se muestra aplicado, atento e infatigable en su trabajo, y sus compañeros le consideran como “un buen compañero y mejor persona”, el típico al que nunca le faltan manos para ayudar, sobre todo a los nuevos o las que tienen menos destreza, aquel que habla poco de fútbol y de mujeres, así como bromear e insultar a los jefes. Un hombre Honrado y Justo, razón por la cual ante una palabra suya los demás le seguirían sin dudar hasta donde dijese. Pero como he dicho anteriormente, nunca se ha de permitir que tal trabajador alcance tal punto.

En definitiva, y las palabras que voy a decir ahora, más que estar anotadas en sus aparatos electrónicos han de quedar registradas para siempre en sus cabezas, ese trabajador ejemplar ha de ser o bien despedido o difamado. Llegados a este punto siempre observo las mismas caras perplejas, lo que me lleva a suponer lo que ya dije al principio, que tras tantos años de estudios, no tenéis ni puñetera idea de lo que es la puta realidad. ¿Cómo podéis ser tan ingenuos? ¿En verdad os creéis toda esas tonterías que os han enseñado, y que repetís como cotorras, del tipo “competitividad internacional”, “desarrollo socioeconómico”, “productos atractivos”, “ambiente institucional y macroeconómico estable, que transmita confianza”?. Todo ello ha de servir para que los demás caigan en el engaño, pero mal vamos si nosotros mismos nos creemos el burdo embuste.

Pues bien, para finalizar con esta primera y fundamental lección: Aquel operario que presente todas y cada una de las características dichas, es peor que aquel que llega tarde al trabajo, que aquel que roba en el trabajo, que aquel que es un maleducado, que nos insulta a nuestra espalda y se burla de nosotros, que aquel que es ineficaz en su labor, que aquel que es un vago, que aquel que es un bravucón, que aquel que es un mentiroso y un tramposo. Y la razón por la que digo que el trabajador ejemplar es el peor de todos es sencilla: es Comunista.”


[Fuente: La Mancha Obrera]

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