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¿En qué invierten Noruega y Arabia Saudí su petróleo?

RASUL GUDARZI 


El petróleo, como una gran fuente de divisas, es algo de lo que no gozan todos los países del mundo. Para algunos, este recurso no renovable ha propiciado una situación ideal y, para otros, ha causado diferencias sociales, desigualdad, represión y guerras. En este artículo queremos comparar dos países que disponen de este recurso y la manera en que aprovechan sus riquezas desde un punto de vista de política interior y exterior: Noruega y Arabia Saudí.

Al echar un solo vistazo a las guerras que se están desatando a nivel nacional y regional en el mundo árabe, teniendo al petróleo como punto desencadenante, percibimos la creación de dos mundos totalmente diferentes. En algunos países, las guerras permiten que un grupo se apodere de sus recursos petroleros como Sudán del Sur y Sudán del Norte, y en otros, son los ingresos derivados del crudo los que propician las guerras como se puede ver en Irak y Siria, entre otros casos. En este último, el dinero de los países árabes del Golfo Pérsico, en lugar de ayudar a mejorar la situación del pueblo sirio, está destinado a profundizar la brecha social y la guerra por el poder, de tal manera que Damasco se está enfrentando a una destrucción en diferentes campos como la política, la cultura, la economía y el tema social, lo mismo que está pasando en menor medida en Yemen y Somalia. Asimismo, una parte de esta gran fortuna derivada del oro negro se destina al apoyo del radicalismo, lo que no solo está destruyendo los países de la región, sino que se está convirtiendo en una amenaza para la seguridad internacional.

ARABIA SAUDÍ

Dado que este país árabe es el mayor exportador de crudo del mundo, su economía basa alrededor del 45 % de su Producto Interior Bruto nominal en este campo, lo que convierte al país en la décimo novena potencia económica mundial. Además de crudo, posee enormes yacimientos de gas que también están generando divisas. No obstante, al comparar la superficie del país, 2 149 690 km, y su población de más de 29 millones de habitantes, hay factores que reflejan la incapacidad del gobierno a la hora de garantizar una gestión óptima de su economía nacional.

El diario árabe Okas publicó el pasado mes de julio un reportaje en el que revela que más del 60 por ciento de la población de Arabia Saudita vive por debajo del umbral de la pobreza, a pesar de que este es uno de los más ricos y el segundo mayor exportador petrolero del mundo.

El texto contrasta con las cifras oficiales publicadas por la Asamblea Consultiva de Arabia Saudita (Shura), donde se reseña que alrededor del 22 por ciento de los ciudadanos saudíes vive por debajo del umbral de la pobreza.

Otro informe publicado en febrero de 2013 por el diario árabe Al-Hayat puso de relieve que la cifra de suicidios entre los jóvenes saudíes está creciendo, debido a la miseria extrema y la catastrófica situación económica que azota a sus familias, quienes se ven incapaces de satisfacer sus necesidades básicas. El diario añade que un estudio demostró que la tasa de suicidio en el reino árabe está aumentando considerablemente, y que más del 84% de las personas que recurren a esta práctica son menores de 35 años de edad, un tema cuya respuesta se puede buscar en una tasa de desempleo del 35%, según lo anunciado por la revista The Economist.

Ante esta peligrosa situación en el reino árabe, el príncipe Waleed Bin Talal, emprendedor e inversionista internacional, manifestó su profunda crítica a las malas circunstancias socioeconómicas del país. En su cuenta de Twitter el pasado mes de mayo, advirtió sobre la trágica situación del país, al asegurar que en Arabia Saudí existen “cinco bombas de tiempo” que deberían ser consideradas por las autoridades. Estas cinco amenazas para la sociedad saudí son: la pobreza, el desempleo, la explosión demográfica, el uso indiscriminado del combustible y la falta de fuentes alternativas de ingresos, una serie de problemas que en cualquier momento podrían paralizar el país.

Mientras Arabia Saudí se enfrenta a estos problemas amenazantes para la propia familia de Al Saud, el país sigue invirtiendo sus inmensos ingresos petroleros en la compra de armas y en la incitación de la crítica situación que están experimentando países de la región de Oriente Mediocomo Irak, Siria, Afganistán, Paquistán, o de otras regiones como Chechenia, entre otros, donde la huella saudí es más que evidente.

De acuerdo con el informe Military Balance publicado el pasado mes de diciembre por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Arabia Saudí comprará a EEUU 15.000 misiles antitanque de la compañía Raytheon por valor de 1 100 millones de dólares como parte de un programa para fortalecer su poderío militar, acción que viene llevando a cabo durante casi una década. De 2004 a 2011, según un informe de 2012 del Servicio de Investigación del Congreso (Congressional Research Service), Riad firmó acuerdos de transferencia de armas por valor de 75.700 millones de dólares.

Además, el país árabe desempeña un rol clave en la represión de los movimientos populares en diferentes países, como Baréin, mientras en otros se dedica a brindar apoyo a los grupos armados para debilitar gobiernos con cercanas relaciones con Irán, como Siria e Irak.

WikiLeaks reveló en un informe que el apoyo financiero brindado por Arabia Saudí a los terroristas que reclutaban niños en la provincia Punjab de Pakistán, se estimaba en unos 100 millones de dólares al año. Otro informe revelado por un cabecilla del grupo terrorista arrestado por las fuerzas de seguridad iraquíes, demostró que los Servicios de Inteligencia de Arabia Saudí han ayudado a integrantes del grupo terrorista Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) en la turbulenta provincia de Al-Anbar, en el oeste de Irak.

Asimismo, el diario ASharq Al-Awsat puso de relieve en un informe la propuesta de Riad a EEUU y el régimen de Israel de una ayuda militar por 200 mil millones de dólares para librar la guerra contra Siria. Agregó que esa cifra es adicional a las inversiones de Arabia Saudí en apoyo a los rebeldes en Siria. Esa ayuda militar que Riad tenía prevista para fines bélicos, es más que suficiente para el desarrollo y crecimiento de los países árabes.

No obstante, Al Saud no sabe que su dependencia de los ingresos del petróleo pueden ser una gran amenaza para su futuro, y que debería cambiar su política exterior encaminándola hacia fortalecer la amistad con sus vecinos, especialmente con países claves de la región. La revista estadounidense The Wall Street Journal, a través de un informe, advirtió sobre el futuro económico del país árabe a causa de su dependencia absoluta a las exportaciones de crudo. Dijo que el consumo de petróleo en Arabia Saudí equivale al de Alemania cuya población es tres veces mayor que la saudí y pronosticó que, debido a la alta exportación y consumo interno de esa materia prima, Riad se convertirá en un importador de petróleo en 2040.

NORUEGA, LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Este país nórdico tiene mucho que enseñar a gobiernos derrochadores como Arabia Saudí. Noruega consiguió apartarse de la maldición del petróleo que tanto ha afectado a muchas naciones ricas en recursos, particularmente en el mundo en vías de desarrollo. El fondo soberano de Noruega es el mayor del mundo con $744 500 millones. El dinero del fondo proviene de la propiedad de los campos petroleros, los impuestos del petróleo, el gas y los dividendos de una participación del 67% en Statoil, mayor compañía energética del país.

Antes de descubrir petróleo, Noruega era uno de los países más pobres de Europa, pero ahora cada ciudadano de ese país tiene guardados 150 000 dólares, gracias a su industria energética, y el país se encuentra entre los mejores desde el punto de mayores niveles de calidad de vida e igualdad de oportunidades para su población en el mundo. Todos los noruegos poseen cobertura sanitaria; la esperanza de vida al nacer es de 81 años; la brecha salarial entre varones y mujeres es casi inexistente; no hay pobreza ni desocupación y la renta por habitantes de 57.300 dólares, es la cuarta más elevada del planeta. Hay que mencionar que, al contrario de Arabia Saudí, el petróleo genera el 25% de los ingresos del Estado y el resto se destina al fondo soberano.

Con la enorme cantidad de dinero que posee, es también el país más pacífico del mundo, de acuerdo a un estudio de Global Peace de 2007, así como uno de los más seguros, todo lo contrario de Arabia Saudí que es criticado por las organizaciones de derechos humanos a causa de la mala situación de los derechos humanos y la libertad de expresión.

De más está decir que el petróleo es un arma de doble filo que puede contribuir en el bienestar social, el crecimiento y en la creación de un mundo mejor, al menos para aquellos países que lo poseen, pero también puede desatar guerras, masacres, miseria, rencores y venganzas; queda en manos del ser humano la decisión de cómo utilizarlo.


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