RICARDO CORREA WILSON
En Namibia, como en casi todos los países de Africa al sur del desierto del Sahara, los primeros europeos en arribar a sus costas fueron los portugueses, quienes comandados por el navegante Bartolomeu Dias desembarcaron en 1488.
El territorio namibio tiene fronteras al sur y sureste con Suráfrica, al este con Bostwana y al norte con Angola. Al noreste el río Zambeze hace una frontera natural con Zambia. Sus principales grupos étnicos son ovambos, hereros, damares y kavangos.
Namibia es una planicie que se extiende a lo largo de la costa del océano Atlántico, en una región árida conocida como desierto de Namib, con largas parcelas de dunas arenosas, aspecto común a la vegetación del país.
Esta nación ocupa la parte occidental del desierto de Kalahari, por lo que las áreas cultivables resultan pobres. Sus ríos más caudalosos son el Orange, que forma la frontera sur con Suráfrica, el Kunene y el Zambeze en el norte.
Entre los cerca de cuatro siglos transcurridos entre el desembarco de Bartolomeu Dias y la creación del Africa Suroccidental Alemana en 1884, los escasos europeos que visitaron el territorio fueron en su mayoría exploradores, misioneros y cazadores.
CAPRIVI
Las décadas siguientes de dominación alemana estuvieron marcadas por la sangrienta represión de las sublevaciones nativas, en especial del pueblo herero, el grupo étnico dominante, cuya rebelión en 1904 no finalizó hasta cuatro años después con la pérdida de casi 60 mil vidas.
Caprivi o Franja de Caprivi forma un estrecho saliente en la parte oriental del país de unos 450 kilómetros de longitud entre Bostwana al sur, y Angola y Zambia al norte.
Fue llamada así en homenaje al conde Leo von Caprivi, canciller de Alemania en 1890, por anexionar el territorio al Africa Suroccidental logrando que Berlín tuviera acceso al río Zambeze.
También obtuvo la isla de Heligoland, en el mar del Norte (en Europa). A cambio de esto entregó a Reino Unido la isla de Zanzíbar, en la costa de Tanzania.
En 1915, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), las fuerzas armadas de la Unión Surafricana (desde 1961 República de Suráfrica) derrotaron a los colonos alemanes. Berlín reconoció la soberanía surafricana sobre la región en el Tratado de Versalles.
Al final del conflicto mundial, Alemania perdió la totalidad de sus posesiones en el continente, que pasaron al poder de las dos principales potencias coloniales de la época, Reino Unido y Francia. En 1920 la Sociedad de Naciones concedió a Suráfrica el mandato sobre Africa del Suroeste (nombre que recibía Namibia).
En 1946, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, sucesora de la Sociedad de Naciones, pidió a Suráfrica que sustituyera el sistema de mandato concedido por una administración de fideicomiso bajo la ONU.
El régimen surafricano rechazó la petición de Naciones Unidas, y por el contrario, en 1949 una enmienda constitucional de ese país extendió la representación parlamentaria a Africa Suroccidental.
Namibia se convirtió en centro de agudas disputas entre Suráfrica y la ONU. El Tribunal Internacional de Justicia de La Haya decretó en 1950 que el mandato debía ser administrado por Naciones Unidas.
LA SWAPO
Las autoridades de Suráfrica rechazaron todas las propuestas de ONU para hallar solución a la situación de Namibia, donde se aplicaba de oprobioso sistema de apartheid.
La creación de la Organización Popular del Africa Suroccidental (SWAPO), en 1960, respondió a la necesidad de dar expresión política única a la lucha anticolonialista del pueblo namibio y definir claramente su objetivo de independencia y nacionalidad.
Los fundadores de la Swapo organizaron una fuerza política capaz de resistir los ataques de la reacción y principalmente del ocupante surafricano en Namibia, y brindó a la población una orientación revolucionaria.
Los primeros seis años fueron dedicados a la movilización en un amplio frente popular. Cuando el 26 de agosto de 1966 se inició la lucha armada bajo la dirección del Ejército Popular de Liberación de Namibia (PLAN), brazo armado de la Swapo, el pueblo se encontraba decidido a luchar por su liberación.
Durante varios años, con períodos de mayor intensidad, continuaron las acciones militares contra el ejército bien organizado y armado de Suráfrica. En el enfrentamiento a las fuerzas revolucionarias el ocupante empleaba diversos métodos: infiltraba agentes entre los combatientes, o realizaba horribles masacres con el fin de intimidar a la población y frustrar la ayuda popular a la Swapo.
Mientras tanto, negociaciones entre representantes de la Swapo y Suráfrica, junto a Reino Unido, Estados Unidos, República Federal de Alemania y Canadá, concluían en un estancamiento al retirarse el delegado surafricano, y así reafirmó la negativa de su gobierno a dejar Namibia como pedía la ONU.
Internacionalmente crecía la solidaridad con el pueblo namibio y la Swapo. El noveno período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU para Namibia se realizó en 1978; al final se aprobó una declaración y un programa de acción a fin de propiciar y apoyar la autodeterminación e independencia de ese territorio.
En un nuevo crimen contra la población civil, Suráfrica agredió el campo de refugiados namibios en Cassinga, Angola, donde perecieron casi 700 personas, una masacre que provocó la indignación y las protestas internacionales.
ÚLTIMA ETAPA
La derrota de Suráfrica en la batalla de Cuito Cuanavale, tras la agresión a Angola, contribuyó a acelerar la independencia de Namibia. Combatientes internacionalistas cubanos, de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) y fuerzas namibias derrotaron a las tropas surafricanas destruyendo el mito de la invencibilidad del ejército del apartheid.
Al obtener la independencia en 1989, el pueblo namibio culminaba una larga lucha contra uno de los sistemas de explotación más crueles del continente. Igualmente significó el desmantelamiento del apartheid en la vecina Suráfrica y la liberación de Nelson Mandela, líder del Congreso Nacional Africano, tras 27 años de encarcelamiento.
(*) Roberto Correa Wilson es periodista cubano especializado en política internacional, ha sido corresponsal en varios países africanos y es colaborador de Prensa Latina.
|
|
Tweet |
|
