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Las peinetas de la muerte o como conducir al pueblo al suicidio

CATA RODRÍGUEZ 


Se la colocan encima de sus peinados caros y se meten en sus siniestros vestidos negros, negros como los “Camisas Negras” italianos del asesino Mussolini. Son placidas señoronas de misa dominical, de bocas come ostias y confesiones secretas al meapilas de turno ¿Qué coño le contarán? ¿Se arrepentirán de sus muchos pecados? ¿Sentirán alguna pena por la enorme cantidad de trabajadoras/es que se están suicidando por culpa de las políticas de su partido?

Preguntas ridículas, lo sabemos. Estas ni se inmutan, no sienten, son frías como témpanos de mierda y solo piensan en sus modelitos de alta costura, en sus joyas y en sus sueldazos millonarios a costa del pueblo trabajador. En pisotear los derechos más elementales de la gente empobrecida, en privatizar servicios públicos y entregarlos a ciertas empresillas privadas, algunas sanitarias con capiosos, perdón, casposos vínculos personales y familiares con cierta dama de la peineta y el golpe de pecho.

Su pestilencia inunda los hogares empobrecidos de millones de ciudadanos/as del estado español, en Canarias también las sufrimos y las vemos caminar con gesto prepotente, abroncando a cualquier trabajador/a que no siga sus jerárquicas ordenes, capaces hasta de dejar a quien no le guste en el desempleo, de humillar, de amenazar, de meter puros como nadie, de joder a quien no les lama sus obesos y asquerosos culos. En Canarias las sufrimos y comprobamos la vergonzosa forma de hacer política, la inmensa codicia de estas damas de la Sección Femenina, versión democracia monárquica y olé mi España del pelotazo y el robo, piadosas concubinas de la mentira, del recorte social, de los abusos contra los derechos de la clase obrera.

Andan por el mundo viviendo del erario público durante muchos años, predicando sus retrogradas ideas, hablando de moral, de abortos, de pecados, cuando su único objetivo es ganar muchos billetes, beneficiar a sus familiares y amigos con sus políticas ultraconservadoras y sobre todo, sobre todo, jodernos, putearnos, hundirnos y conducirnos a tomar decisiones tan dolorosas como quemarnos a lo bonzo, tirarnos de un puente o cortarnos la venas.

Así son las damas de la peineta, genio y figura avanzando entre la mierda y el inmenso mal olor de su vergonzosa gestión.

Quizá no sean conscientes de que primero el pueblo pasa miedo y agacha la cabeza, luego les vota, más tarde acepta el miedo que le imponen y se deja sodomizar, pero llega un momento en que la desesperación nos lleva directamente a la violencia, sobre todo cuando no hay nada que perder, quizá cuando estas señoronas del santo rosario podrido quieran reaccionar y cambiar ya será muy tarde. La justicia del pueblo es implacable y no se para ante nada, la historia lo demuestra.


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